Todo el territorio nacional acumula desde hace tres (3) años un déficit de lluvias progresivo. Estamos ahora en 2015 viviendo una de las sequías más severas jamás conocida por nuestras generaciones. Lo más cercano referido por algunos abuelos, fue la “sequia del centenario”, que azotó el país cerca a al año 1944. Parece que desde hace 71 años el país no había experimentado una colosal sequía como la actual.
No se tienen estadísticas climatológicas que nos permitan comparar ambas sequías. Pero sabemos que la presente sequía es continental. Puerto Rico, Centro América y nortes de Suramérica están actualmente en condiciones muy similares y peores que nosotros en muchos casos. Los científicos se la atribuyen a un fenómeno climático hemisférico llamado “el niño”, que salió de sus dimensiones este año.
Esta sequía actual está empeorada por varias condiciones particulares que no se tenían en 1944: explosión demográfica, calentamiento global por exceso de gases de efectos invernaderos (GEI) en la atmósfera, contaminación de ríos, arroyos, cañadas, manantiales y deforestación con degradación de la cubierta boscosa remanente que amortiguaba un poco los periodos secos, todo consecuencia de esa misma población inconsciente.
Las alarmas están encendidas en amarillo en toda la República Dominicana. Las acusaciones, peticiones, ruegos para que llueva, protestas ante los acueductos, adjudicaciones de culpabilidad, están llevando a la confusión. De nada vale excavar pozos profundos “ahora” cuando ya el nivel freático está bajando, de nada vale llamar a reforestar “ahora”, primero porque los árboles ni el bosque “no halan ni llaman” la lluvia, y mucho menos crecen y surten el efecto de un día para otro. Los ecosistemas boscosos bien manejados regulan la infiltración de las lluvias caídas, protegen los suelos, sanea el ambiente, regulan las temperaturas y los vientos facilitando un suministro de agua gradual y controlando escorrentías.
Eso no se consigue de un día para otro. Se consigue paliar las sequías con una nueva cultura forestal, con un plan estratégico nacional de reforestación y manejo de ecosistemas forestales con visión y objetivos a corto, mediano y largo plazo, que se detallará en la próxima entrega.