Enda Dominicana asistió a la COP 21 el año pasado en París, Francia. Durante cinco (5) días de observaciones en ese enorme evento, no tenemos duda alguna en las afirmaciones que se presentan a continuación. El gigantesco tamaño que ha adquirido el evento, con prácticamente una “ciudad” de estructuras físicas costosas instaladas para que alguien las observe durante menos de un par de semanas, es la demostración de uno de los derroches más palpables y reales a los que ha llegado las Naciones Unidas.
Las “Delegaciones Oficiales”, compuestas por decenas y centenas de empleados ministeriales de todo el mundo ya está llegando a lo ridículo y absurdo. La Delegación de Indonesia el año pasado tenía 620 personas. El costo de pasajes aéreos, taxis, alojamiento, alimentación, per diem, gastos de representación de esas delegaciones, suman verdaderamente un gran presupuesto. Unas 150,000 mil personas nos gastamos 186.7 millones de Euros, solo para las delegaciones oficiales y el montaje. A esto debe sumarse otro cantidad similar pagadas, gastadas y derrochadas por la sociedad civil, ONG’s y empresas privadas que van a ese tipo de feria. Los resultados de esa “convención”, al año de realizada, siguen sin verse de forma concreta.
La COP 22, que actualmente se desarrolla en la ciudad de Marrakech, Marruecos, es la continuación de la misma fiesta con los mismos resultados. Esto a pesar de que la sede de Enda Tercer Mundo, nuestra Sede en Dakar, Senegal África, está presente con cuatros Stands y un documento posición, liderando la sociedad civil, en Enda Dominicana podemos pronunciarnos independientemente, respetando esta delegación de nuestra Sede. Consideramos que es más de lo mismo. Lo que observamos dentro de nuestro Stand en COP 21 en París y los demás stands de las miles de instituciones gubernamentales y no gubernamentales, es que muy mínimas personas se detienen a ver, observar o interesarse por las millares de libros, posters, fotos, vídeos, documentales, etc, etc. Es como un universo de informaciones (entre ellas muchas válidas y que aportan conocimiento y experiencias), pero que a casi nadie le importa.
Los cientos de talleres, reuniones, conferencias, exposiciones, decenas de ellos realizados de forma simultáneas, de forma abierta y sin control alguno, es como hablar a todos y a nadie, que es lo mismo que disertar al viento. En cualquier tipo de salón o pabellones, mayormente abiertos, el visitante entra, se sienta o se para un rato, si le interesa se queda unos minutos y luego sigue para otro, antes de terminar el que inicio. Los disertantes, en cualquier idioma (hay decenas de lenguas oficiales en estos espacios de Naciones Unidas), de manera que puede ser un tema valioso, pero el interesado se encuentra con la gran barrera del idioma. Podríamos describirle páginas enciclopédicas de los absurdos, derroches, contrasentidos, que se pueden observar en estos descomunales eventos, donde nadie se conoce entre sí, y las delegaciones que si se conocen entre sí, bien pudieron dialogar en sus países y sus patios, antes que desplazarse y gastar una presupuesto altamente oneroso, para “mostrar” que si estamos salvando al planeta.
Nada más falso, errado y equivocado: todos los indicadores de mal manejo de residuos sólidos, agua residuales, degradación de cuencas y fuentes acuíferas superficiales y subterráneas, deforestación, degradación de ecosistemas terrestres y marinos costeros, ríos, humedales, lagos, lagunas, ambientes humanos urbanos y rurales, todo medio planetario sigue en incremento gradual y creciente. Los resultados de 22 convenciones como las descritas arriba, no ofrecen resultados convincentes ni efectivos. Las expectativas son esas. El reto es cambiar de método. No podemos seguir indefinidamente haciendo lo mismo. Si queremos resultados diferentes, debemos de cambiar la forma, el método y las estrategias de hacer las cosas.